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viernes, 9 de enero de 2015

Mujeres y Feministas (IX). Simone de Beauvoir


"No creo en el eterno femenino, una esencia de mujer, algo místico. La mujer no nace, se hace. No hay un eterno femenino desde el origen, son roles. Y eso se aprecia muy bien cuando se estudia la sociología. El papel de los hombres y de las mujeres no está determinado de forma absoluta en todas las civilizaciones, hay grandes cambios".
En este año 2015, se cumplen 107 años del nacimiento de Simone de Beauvoir. Quien se ha convertido en una de las grandes personalidades del siglo XX. Novelista excepcional, activista política antes y después de la Segunda Guerra Mundial, es ya un icono de la cultura y el pensamiento. Sus aportaciones se engloban dentro del ateísmo, el existencialismo, la ética y la militancia comunista. Fue, además, una gran novelista de ficción que obtuvo el premio Goncourt, el más prestigioso de las letras francesas, con Los mandarines, de 1954.

Pero con el tiempo, la contribución más destacada de la filósofa francesa será su análisis de la condición de la mujer. Tras la publicación del ensayo El segundo sexo, el feminismo nunca volvió a ser lo mismo. Este tratado trazó el camino a seguir en la lucha por la verdadera igualdad al explicar, paso a paso, las diferentes ciencias, la historia, la cultura y las estructuras de poder político y económico que tratan de convertir a la mujer en un ser pasivo que acepta los roles que le han adjudicado. Es lo que ella misma denomina una alteridad, una construcción social a partir del otro, el hombre.

Desde entonces, de forma interdisciplinar, el feminismo trabajará en la búsqueda de la "mujer nueva". 
"Dejar de creer en Dios es asumirse plenamente responsable de las propias decisiones"
Simone-Ernestine-Lucie-Marie Bertrand de Beauvoir nace en París (Francia), el 9 de enero de 1908. Hija de Georges Bertrand de Beauvoir, que trabajó un tiempo como abogado y era un actor aficionado, y de Françoise Brasseur. Nació en el piso familiar, situado en el bulevar Raspall (París), y fue escolarizada desde sus cinco años en el Cours Désir, donde solían ser mandadas las hijas de familias burguesas. Su hermana menor, Hélène (conocida bajo el apodo de Poupette), la siguió ahí dos años más tarde. Desde su niñez, Simone de Beauvoir se destacó por sus habilidades intelectuales, que hicieron que acabara cada año primera de sus clases. Compartía liderazgo escolar con Elisabeth Lacoin (llamada Zaza en la autobiografía de Beauvoir), que se convirtió rápidamente en su mejor amiga.

Después de la Primera Guerra Mundial, su abuelo materno, Gustave Brasseur, entonces presidente del Banco de la Meuse, dio en quiebra, precipitando a toda la familia en el deshonor y la vergüenza. Como consecuencia de esta ruina familiar, los padres de Simone se ven obligados a abandonar la residencia señorial del bulevar Raspall (hoy en día situada encima del restaurante La Rotonde) hacia un apartamento oscuro, situado en un quinto piso sin ascensor en la calle de Rennes. George de Beauvoir, que había planeado vivir con el dinero de su esposa y de su familia, vio sus planes frustrados. La culpa que sintió entonces Françoise no la abandonará nunca a lo largo de su vida, y la dote desaparecida se convertirá en una vergüenza familiar. La pequeña Simone sufre con la situación, y ve como las relaciones entre sus padres se deterioran poco a poco.

Hecho importante en el nacimiento de las ideas políticas feministas de Simone es que toda su infancia será marcada por el hecho de haber nacido mujer: su padre no le esconderá que deseaba un hijo, con el sueño de que hubiese cursado en la prestigiosa Escuela Politécnica de París. Muchas veces le dirá a Simone: "Tienes un cerebro de hombre". Apasionado por el teatro, que ejerce como aficionado, comparte este gusto con su esposa y sus hijas, así como su amor por la literatura. Georges de Beauvoir le dirá a menudo a Simone que el "oficio más bonito es el de escritor". Con su esposa, comparte la convicción de que, dada la mediocre condición económica en la que la familia se encuentra, la única esperanza de mejora social para sus dos hijas son los estudios.

Los de Beauvoir veraneaban, asiduamente, en Saint-Ybard, en la propiedad de Mayrignac, situada en Correze. El parque, fundado alrededor de 1880 por su abuelo, Ernest Bertrand de Beauvoir, fue adquirido a principios del siglo XIX por el bisabuelo, Narcisse Bertrand de Beauvoir. Estos tiempos felices son narrados por Simone en sus Memorias de una joven formal: el contacto con la naturaleza, los largos paseos solitarios por el campo hacen surgir en el espíritu de la joven Simone la ambición de un destino "fuera de lo común". Con solamente quince años, ya está decidida en la forma de este destino: quiere ser escritora.

Tras haber aprobado su bachillerato en 1925, Simone de Beauvoir empezó sus estudios superiores en el Instituto Católico de París, institución religiosa privada en la que las muchachas de buenas familias solían ir. Ahí completa su formación matemática, mientras que persigue su formación literaria en el Instituto Sainte-Marie de Neuilly. Tras su primer año universitario en París, logra obtener sus certificados de matemáticas generales, de literatura y de latín. En 1926, se dedica a estudiar la filosofía, y obtiene en junio del 1927 su certificado de filosofía general. Tras estas certificaciones, acaba sacando su licenciatura en letras, con especialización en filosofía, en la primavera de 1928, tras haber aprobado también unas certificaciones de ética y psicología. Su camino universitario se concluye entonces con la redacción de una tesina, punto final de su diploma de estudio superior, cuyo tema será Leibniz.

Tras haber sido graduada en filosofía en 1929, Simone, o más bien Castor -apodo que le dio su amigo Herbaud y que Sartre siguió usando, jugando sobre la sonoridad de Beauvoir, cercana a la de "beaver" en inglés- se destina a ser profesora de filosofía. 



Se ha escrito mucho sobre la relación de Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, figura esencial en la filosofía existencialista. Nunca se casaron ni tuvieron hijos o hijas, vivían en casas diferentes pero estuvieron unidos hasta la muerte de Sartre en 1980.

El "pacto" amoroso con Jean-Paul Sartre comienza en la Universidad de la Sorbonne de París. Una brillante Simone se licencia en Filosofía con sólo 21 años. En las oposiciones escritas para ser profesora de Filosofía queda en segundo puesto y el primer lugar lo obtiene Sartre, que se presentaba por segunda vez. De Beauvoir se convierte así en la persona más joven en pasar la prueba y en ser profesora de filosofía en Francia.

Su primera afectación será en Marsella: Sartre obtiene un puesto en Le Havre en marzo de 1931, y la perspectiva de separarse de él destroza a Simone. Para que puedan ser nombrados en el mismo instituto, Sartre le propone que se casen. Pese a su amor profundo por él, ella se niega. En La fuerza de las Cosas, explica por qué: "tengo que decir que no pensé en aceptar aquella propuesta ni un segundo. El matrimonio multiplica por dos las obligaciones familiares y todas las faenas sociales. Al modificar nuestras relaciones con los demás, habría fatalmente alterado las que existían entre nosotros dos. El afán de preservar mi propia independencia no pesó mucho en mi decisión; me habría parecido artificial buscar en la ausencia una libertad que, en toda sinceridad, solamente podía encontrar en mi cabeza y en mi corazón". El año siguiente, logra acercarse a Sartre al ser nombrada en Rouen, donde conoce a Colette Audry, que ejerce también de profesora en el liceo donde la afectan. 

Sartre la introduce en su círculo de amigos, que la apodaban "Castor", y ambos se convierten en inseparables. Compartían luchas intelectuales, posiciones políticas y una idea romántica del erotismo basado en la libertad.

Profesaron un "amor necesario" o "esencial" compatible con otros "amores contingentes". Simone de Beauvoir defendía el amor libre y, junto a varias parejas estables, tuvo amantes de ambos sexos y participó en tríos amorosos, algunos con sus alumnas cuando era profesora de instituto de Filosofía en Marsella (1931), entre las cuales destacan Olga Kosakiewitcz y Blanca Bienenfeld. También mantendrá una breve relación con un alumno de Sartre, apodado "el pequeño Bost, futuro marido de Olga... Sartre también cortejará a la muchacha, sin conseguir conquistarla. Este grupo de amigos, que se llaman entre ellos "la pequeña familia", se mantendrá unido hasta la muerte de sus miembros, pese a las tensiones ligeras o a los conflictos más serios que atravesarán. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la pareja Sartre-Beauvoir es afectada en París. De 1936 a 1938, Simone es entonces profesora en el Lycée Molière: será inhabilitada durante dos años de su plaza (entre 1943 y 1945) tras haber sido denunciada por una de sus alumnas, con la que había entablado una relación amorosa.



Como maestra, enseñó Literatura y Filosofía en un colegio de Rouen (de 1932 a 1941), hasta que, con la ocupación nazi, se le privó del puesto. En Rouen, su defensa de la mujer y de la paz le supusieron varias sanciones.

Uno de los triángulos amorosos, con Olga Kosakiewitcz, sirvió de argumento para su novela La invitada (L'invitée), escrita entre 1935 y 1937 (publicada en 1943) con la que obtuvo el reconocimiento del público. 
"La mitología no ha cambiado porque es una superestructura, no ha cambiado porque la base económica y política no ha cambiado. Como el hombre está en el poder se inventa los mitos de la mujer según le parece. Naturalmente, si la situación real de las mujeres cambiase, la mitología caería más o menos".
Antes de escribir El segundo sexo, Simone de Beauvoir había publicado varios trabajos y la situación de la mujer estaba presente en casi todos ellos junto a sus temas habituales: la libertad, la responsabilidad del individuo y la acción.

Su ópera prima, el conjunto de relatos Quand prime le spirituel, no se editó hasta 1979. Siempre con la crítica política y social de fondo, escribió títulos como La sangre de los otros (Le sang des autres, 1943), Todos los hombres son mortales (Tous les hommes sont mortels, 1943-1946) o su única obra de teatro, Las bocas inútiles (Les bouches inutiles, 1944).

Con Sartre, Raymond Aron, Michel Leiris, Maurice Merleau-Ponty, Boris Vian y otros intelectuales franceses de izquierda, será co-fundadora de una revista, Les Temps Modernes, que pretende difundir la corriente existencialista a través de la literatura contemporánea. De forma paralela, continua sus producciones personales: tras la publicación de varios ensayos y novelas donde habla de su compromiso con el comunismo, el ateísmo y el existencialismo, consigue ser económicamente independiente y se dedica plenamente a ser escritora. Viaja por numerosos países (EE.UU., China, Rusia, Cuba...) donde conoce a otras personalidades comunistas (Fidel Castro, Che Guevara, Mao Zedong, Richard Wright). En los Estados Unidos, entabla una relación pasional con el escritor americano Nelson Algren con quien mantendrá una intensa relación epistolaria, llegando a intercambiar unas 300 cartas. 

Tenía 41 años y ya había publicado Los mandarines, su novela más premiada, cuando decidió reflexionar a fondo sobre la condición femenina y sentar las bases de lo que posteriormente se denominaría "teoría del género" en su obra en dos volúmenes El segundo sexo (Le deuxième sexe, 1949). Con este libro conseguiría su consagración literaria, se venderán más de 22.000 ejemplares en la primera semana, causará escándalo y será objeto de debates literarios y filosóficos animados. Ha sido traducido a varios idiomas: en los Estados Unidos se venden un millón de ejemplares, y será un marco teórico esencial para las reflexiones de las fundadoras del Women's Lib.



Esta obra, de tránsito entre la segunda y la tercera ola feminista, es la más importante de la corriente del feminismo de la igualdad y defiende una transformación de las leyes, las costumbres y la educación para que la mujer pueda acceder a los mismos proyectos y actividades que el hombre, pero siempre desde el dogma existencialista de asumir la libertad desde la responsabilidad individual. 
"El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente" 
El mito del 'eterno femenino', el concepto de 'alteridad', el papel pasivo de la mujer en la sociedad, los obstáculos de la maternidad y el matrimonio para la libertad de la mujer, el peso de la religión, el derecho al aborto... Muchas de las aportaciones de Simone de Beauvoir al feminismo, y al pensamiento universal, siguen vigentes.

Beauvoir se convierte en una precursora del movimiento feminista al describir a una sociedad en la que la mujer es relegada a una situación de inferioridad. Su análisis de la condición femenina, en ruptura con las creencias existencialistas, se apoya en los mitos, las civilizaciones, las religiones, la anatomía y las tradiciones: será un escándalo, en particular el capítulo en el que habla de la maternidad y del aborto, entonces asimilado a un homicidio. El matrimonio es considerado como una institución burguesa repugnante, similar a la prostitución cuando la mujer está bajo la dependencia económica de su marido y no tiene escapatoria para independizarse.

Desde la publicación de El segundo sexo, nunca más abandonó el feminismo y fue una de las impulsoras del Manifiesto de las 343, una declaración pública de 343 intelectuales francesas a favor del aborto libre de 1971. Junto a la abogada Gisèle Halimi funda el movimiento Choisir para defender el aborto libre y seguro, así como la contracepción universal.



Como activista, se implicó también en denunciar y visibilizar las torturas sufridas por las mujeres durante la guerra de Argelia.

Alternó su activismo social con la preparación de su autobiografía y varias obras dedicadas a Sartre, la vejez, o la hipocresía de la sociedad parisina.

El reconocimiento de sus talentos literarios por parte de la comunidad intelecutal le vendría con la novela Los Mandarines, publicado en 1945; por la que se le otorga el prestigioso Prix Goncourt. Simone de Beauvoir es, entonces, una de las escritoras con más audiencia a nivel mundial. Esta novela, que trata de la postguerra, expone su relación con Nelson Algren, siempre a través de personajes ficticios. Algren, celoso, ya no aguanta más el lazo que une Beauvoir a Sartre: la ruptura entre aquélla y Algren demuestra la fuerza del lazo que unía a los dos filósofos, y de su pacto. Posteriormente, de julio de 1952 a 1959, Simone vivirá con Claude Lanzmann. 

A partir de 1958, emprende la escritura de su autobiografía, donde describe el mundo burgués en el que creció, sus prejuicios, sus tradiciones degradantes, y los esfuerzos que ella llevó a cabo para extraerse de ellos pese a su condición de mujer. También relata su relación con Sartre, que cualifica de éxito total. Pese a todo y a la fuerza del lazo pasional que aún los une, ya no son una pareja en el sentido sexual, aunque Beauvoir se lo haga creer a sus lectores. 

En 1964, publica Una muerte muy dulce, que relata la muerte de su madre. Sartre consideró siempre que éste fue el mejor escrito de Simone. La temática de la eutanasia, el luto, están al corazón de este relato cargado de emoción. A lo largo de su luto, la escritora es acompañada por una muchacha que conoció entonces: Sylvie Le Bon, estudiante de filosofía. La relación que une a las dos mujeres es ambigua: madre/hija, amistosa, o amorosa... En su cuarto escrito autobiográfico, Final de Cuentas, Simone de Beauvoir declara que compartió con Sylvie el mismo tipo de relación que la unía, cincuenta años antes, a su mejor amiga Zaza. Sylvie Le Bon será oficialmente adoptada como hija por la escritora, y heredera de su obra literaria y de sus bienes.

Tras la muerte de Sartre en 1980, publica al año siguiente (1981) La ceremonia del adiós, donde relata los diez últimos años de vida de su compañero sentimental: los detalles médicos e íntimos de la vida del filósofo serán mal recibidos por muchos de sus seguidores. Este texto es completado por la publicación de sus conversaciones con Jean-Paul Sartre, grabadas en Roma entre agosto y septiembre de 1974: en estos diálogos, Sartre reflexiona sobre su vida y levanta algunas dudas sobre su producción intelectual. Al publicar estas conversaciones íntimas, Simone pretende demostrar como su difunta pareja fue manipulada por Benny Lévy: éste hizo que Sartre reconociera una cierta "inclinación religiosa" en el existencialismo, pese a que Sartre y los demás existencialistas hayan siempre proclamado que el ateísmo era uno de sus pilares. Para Beauvoir, Sartre ya no disponía de la plenitud de sus capacidades intelectuales cuando tuvo este debate público con el filósofo y escritor francés Benny Lévy, y que ya no estaba en estado de luchar filosóficamente. En estos textos que desvelan la vida de Sartre, Simone también deja ver la mala relación que tuvo con la hija adoptiva de Sartre, Arlette Elkaïm-Sartre. Concluye La Ceremonia del adiós con la frase siguiente: "Su muerte nos separa. Mi muerte no nos reunirá. Así es; ya es demasiado bello que nuestras vidas hayan podido durante tanto tiempo juntarse".

De 1955 a 1986, vivirá en el 11bis de la rue Victor-Schoelcher en París, donde muere, rodeada de su hija adoptiva y de Claude Lanzmann. Será enterrada en el cementerio de Montparnasse en París, en la división 20, al lado de Jean-Paul Sartre. Simone de Beauvoir fue enterrada llevando en su mano el anillo de plata que le regaló su amante Nelson Algren al despertar de su primera noche de amor. Su muerte, acaecida el 14 de abril de 1986, dejó un enorme vacío en la cultura francesa.


SIMONE DE BEAUVOIR Y EL SEGUNDO SEXO, SU IMPORTANCIA PARA EL FEMINISMO

Como hemos dicho anteriormente, Simone de Beauvoir, intelectual francesa, publicó en 1949 un libro que fue un escándalo y que contribuiría de manera fundamental a transformar las sociedades occidentales: El Segundo Sexo. Esta obra, que hoy ya es un clásico, no suscita la indignación que produjo en aquella época y, en cambio, nos permite, entre otras cosas, hacer un balance del camino recorrido hacia la igualdad entre los sexos y evaluar las asignaturas aún pendientes.

A propósito de ella, Celia Amorós recuerda que Hegel comparó la Filosofía a la lechuza, ave de Minerva que levanta su vuelo al atardecer. Con esta metáfora, el maestro de la dialéctica apuntaba al hecho de que toda verdadera Filosofía es el espíritu de su tiempo elevado a concepto. En este sentido, Simone de Beauvoir expresaría en los términos de la filosofía existencialista todo un ciclo de reivindicaciones de igualdad de las mujeres que comienza con la Ilustración y lleva a la obtención del voto y al acceso a la enseñanza superior en el primer tercio del siglo XX.



En 1949 era una voz solitaria en una sociedad occidental que había vuelto a recluir las mujeres en el hogar, una vez extinguido el movimiento sufragista. Sin embargo, las teóricas de las distintas y contrapuestas corrientes del feminismo (liberal, radical y socialista) que resurgiría en los sesenta, después de un largo paréntesis de silencio, reconocieron ser "hijas de Beauvoir". Habían leído su obra y, a partir de ella, elaboraron una praxis específica orientada hacia la inclusión del colectivo femenino en el mundo de la Cultura, es decir, en el ámbito donde se decide el destino de la humanidad: política, economía, derecho, ciencia, arte... La famosa frase de Beauvoir "No se nace mujer, se llega a serlo" constituyó un punto de referencia esencial para pensar el Eterno Femenino con criterios constructivistas. Afirma Amelia Valcárcel que Simone de Beauvoir hizo filosofía "tomando así entre las manos un logos que siempre mantuvo a la conciencia mujer en la heteronomía". La condición de heteronomía de las mujeres consiste en ser nombradas por el discurso dominante como Otra que se resuelve en una serie de características adscriptivas. Heteronomía es despojo de la autonomía. Las figuras de la heteronomía son las "designaciones ilegítimas" (mujer decente, prostituta...) a las que cada individuo de sexo femenino debía plegarse para encontrar su sitio en la sociedad patriarcal.

En el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino "existencia", es decir "proyecto", "trascendencia", "autonomía", "libertad". Por lo tanto, escamotear a un individuo las posibilidades de proyectar su vida según lo entienda por el hecho de pertenecer al "segundo sexo", al sexo femenino, es dominación, es injusticia. Observemos que esta idea fundamental de El Segundo Sexo es hoy asumida por millones de personas que no han leído esta obra ni han oído hablar de ella. Sus principios han sido incorporados a las políticas de igualdad europeas y han dado lugar a los estudios feministas y de género de centros universitarios de vanguardia.

Teresa López Pardina, en Simone de Beauvoir. Una filósofa del siglo XX, expone las claves del pensamiento de Beauvoir, realizando una apasionada defensa de sus teorías frente a algunas críticas postmodernas. En este estudio, encontramos un fino análisis de las diferencias entre el existencialismo sartreano y la versión beauvoireana. Simone de Beauvoir no se consideraba a sí misma como filósofa porque concedía ese rango únicamente a los creadores de sistemas. Sin embargo, objeta T. López Pardina, en la historia de la Filosofía hay muchos pensadores que no han creado sistemas (Bacon y Rousseau entre otros) y no por ello se los deja de considerar filósofos. Corresponde señalar aquí que Michèle Le Doeuf y Toril Moi interpretan esta excesiva modestia como resultado de la temprana rendición de Beauvoir frente a Sartre. La admiración que le profesaría y su decisión de considerarse segunda con respecto a él sería el punto ciego no percibido por su aguda crítica a la condición femenina. Nuestra especialista en Beauvoir explicita su objetivo en la introducción: "En este libro se analiza la filosofía de Beauvoir en una doble dimensión: cronológica y conceptual. Y se confronta, al mismo tiempo, con la de Sartre. De este modo, se establecen la génesis y el desarrollo de su pensamiento y, a la vez, se deslinda lo que es aportación propia". El resultado de la investigación muestra, entre otras cosas, que la aportación de Beauvoir no se reduce a una simple aplicación del existencialismo sartreano al caso de la mujer. El método progresivo-regresivo que Sartre teoriza en Questions de méthode (Critique de la raison dialectique) es, en realidad, inventado y aplicado por Beauvoir en 1949.



Algunos estudios han subrayado también una importante diferencia entre el concepto de sujeto en ambos pensadores. Beauvoir se hallaría más próxima a la conceptualización postmoderna ya que concibe la subjetividad como, al menos de manera parcial, construida discursiva y socialmente. El sujeto sartreano se asemeja más al sujeto desencarnado del cartesianismo.

El concepto de situación sartreano apuntaba a la afirmación de la libertad absoluta del sujeto ya que la situación era concebida como producto de la interpretación que la libertad del sujeto hace del en-sí contingente. En cambio, para Beauvoir, en la situación no siempre existen las mismas posibilidades de interpretación. Como se puede comprobar releyendo sus ensayos sobre moral (Pyrrhus et Cinéas de 1944 y Pour une morale de l'ambiguïté de 1947), el peso de lo exterior contingente es mayor que en Sartre: "Para Sartre, la situación no es límite de la libertad (...) La situación siempre es hermeneutizada por la libertad (...) No hay jerarquía de situaciones porque libertad y situación se interpenetran. Mientras que en Beauvoir, la situación delimita el alcance de la libertad. Por eso establece una jerarquía de situaciones (...) Hay situaciones privilegiadas en las que la libertad se cumple en grado máximo y otras en las que las posibilidades de realización de la libertad son mínimas: son las situaciones de esclavitud, como el caso de las mujeres en el harén o de los esclavos negros en América, ejemplos vivos de mínimo grado de libertad". Algunas especialistas concluyen que este aspecto de su teoría habría influido posteriormente a Sartre en el sentido de reconocer la fuerza de las determinaciones sociales sobre la libertad individual.

Reconocer en Beauvoir un filósofa en toda la regla es, pues, una de las tareas actuales de sus "hijas" pensadoras. La otra tarea es dialogar con la obra de Beauvoir. Y si lo consideramos necesario, criticar aquello en lo que no coincidamos, pero siempre desde el reconocimiento de su inestimable valor, de su coraje, de su inteligencia y de su honestidad. 





FUENTES: Wikipedia, Feminismo.about

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