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miércoles, 27 de agosto de 2014

GÉNERO Y DESIGUALDAD: ¿SIGUE VIGENTE EL MODELO PATRIARCAL? (I)

«Las mujeres tienen que ser definidas como mujeres. Nosotras somos las opuestas socialmente, no de una clase, de una casta o de una mayoría, puesto que somos una mayoría, sino de un sexo: los hombres. Somos un sexo, y categorizarnos como género ya no implica un papel centrado en la maternidad y de subordinación a los hombres, excepto como una relación y un papel social reconocido como tal, socialmente construido y socialmente impuesto» (Kelly Gadol, 1986)

Género es una palabra que nos sugiere una complejidad de ideas que a menudo no tenemos del todo claras. Sexo, desigualdad, diferencia, relaciones, poder, redistribución, clasificación, etc., son algunas de las ideas que forman este confuso entramado ideológico que llamamos género. En efecto, género es un término que, frecuentemente y en ocasiones de manera intencionada por lo que de revolucionario implica, provoca confusión e incluso genera rechazo.
El concepto de género, entendido por muchas autoras y autores como la categoría central del pensamiento feminista, ha sido primordial para avanzar hacia la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres. Pero no sólo se reduce a una mera construcción teórica, sino que tiene una importante aplicación práctica en el estudio de la realidad social, para revisar todas las áreas de conocimiento del ser humano hasta hace poco ciegas, sordas y mudas a la discriminación del género femenino, planteándose, a partir de esta mirada tras los cristales del género, una nueva visión del mundo. El destino de las mujeres no es su subordinación a los hombres, por mandato natural o divino, sino que esta subordinación o dependencia es consecuencia de un sistema de organización social que nos excluye y que nos discrimina, y que, por tanto, no nos es válido. Esta subordinación no es hegemónica, sino que podemos transformarla.
¿Por qué hombres y mujeres somos como somos? ¿cuáles son las diferencias entre ambos sexos? ¿sobre qué estructuras sociales se han establecido? ¿cómo y por qué esas diferencias han llegado a convertirse en desigualdades sociales? Y ¿por qué somos las mujeres, más de la mitad de la población mundial, las que estamos discriminadas y subordinadas?
A todas estas preguntas, y a otras que seguramente se irán planteando en el desarrollo de este ensayo, intentaremos dar respuesta de manera razonable y argumentada. Y para ello, comenzaremos con una primera aproximación a su definición: ¿Qué es el género? ¿Qué significa?, teniendo en cuenta su doble función:
  • Como elemento constitutivo de la identidad personal femenina y masculina (rasgos, características, expectativas de comportamientos...),
  • Como principio de organización social en un sistema de relaciones de poder y de desigualdad, que discrimina y oprime a las mujeres.
Asimismo, y como parte de estos mecanismos de asignación del género y de perpetuación de las desigualdades entre mujeres y hombres, profundizaremos en el estudio de los roles y estereotipos que conforman los modelos de identidad femenina y masculina y en el proceso de socialización que nos lleva a reconocernos y a posicionarnos en ellos.

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