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lunes, 29 de diciembre de 2014

María de la O Lejárraga y las cenizas del olvido.


"Y María, tres veces amapola, María,
agua y lira tres veces, la que llevó al poeta
como un niño a través de estos parques de llanto
tendrá una rosa o un oro en vez de aquel violeta
del corazón florido que la quería tanto.

Juan Ramón Jiménez

Un día como hoy, 28 de diciembre, pero de 1874 nacía María de la O Lejárraga, una mujer que podría considerarse una declaración de intenciones en sí misma, a pesar de que permaneciera gran parte de su vida en la sombra. Fue una mujer que tan pronto como fue rescatada de las cenizas del olvido deslumbró por su firme trayectoria, su férreo compromiso y su enorme talento creativo. Sin duda, es una voz destacada del feminismo español.

El caso de María de la O Lejárraga es complejo y penoso. Han tenido que pasar muchos años para que se documente y se reconozca la labor de una mujer que la memoria desterró injustamente y que el crematorio del olvido invisibilizó hasta nuestros días. 

Y es que María fue también Gregorio Martínez Sierra, el nombre y apellidos de su marido, que utilizó para poder ser alguien en el mundo de las letras del primer tercio del s. XX. María se escondió bajo este nombre para evitar el desprestigio, el estigma y la hostilidad con el que eran tratadas por el patriarcado las mujeres que escribían, tildadas despectivamente de literatas por apartarse del "rol femenino" de ángel del hogar. Así pudo tener una voz propia y poderosa. 

También se baraja la teoría de que optó por el anonimato por el amor y abnegación que sentía por su marido o por la indiferencia con que su familia acogió su primera publicación. No fue hasta el año 1952, durante su exilio en Argentina, que resurgió su voz con una obra autobiográfica Una mujer por caminos de España que firmó como María Martínez Sierra y en el que abordó el tema de la mujer y el feminismo.

Esta riojana ilustre fue una de las innumerables voces de la España Republicana que la guerra arrojó al exilio. Algunas tenían un doble registro: el literario y el del compromiso social. Este fue el caso de María: pedagoga, literata, dramaturga, periodista, dominadora de idiomas, fundadora de sociedades en defensa de la mujer, diputada socialista por Granada en 1933; agregada comercial en la embajada española en Bélgica, bajo cuya tutela estuvieron cientos de niños refugiados en la guerra. Más conocida como María Martínez Sierra, estaba casada -recordemos- con el dudoso escritor Gregorio Martínez Sierra, con quien colaboró estrechamente en sus escritos. Hasta el punto de que fue ella la autora de numerosos éxitos teatrales que aparecieron firmados por su marido. 

María de la O Lejárraga y García nace en San Millán de la Cogolla (La Rioja) un 28 de diciembre de 1874, pero se crió en el pueblo de Carabanchel. Estudió magisterio. A los veintitrés años se enamora de Gregorio Martínez Sierra, un joven de diecisiete años al que le gustaba el teatro y escribir poemas. María y Gregorio se casaron el 30 de noviembre de 1900. Ella publicó con su nombre Cuentos breves. Realiza su primer viaje al extranjero para estudiar pedagogía. "Bélgica fue mi iniciadora al socialismo", reconocería. Allí descubrió que los muchachos y las muchachas de la clase media hacían causa común con los trabajadores y con ellos entró por primera vez a una Casa del Pueblo. En 1906, Gregorio Martínez Sierra se enamora de la hermosa y joven actriz Catalina Bárcena. Rafael Cansinos-Assens recoge, en sus Memorias, este comentario del poeta Banco-Fombona: "Gregorio tiene alma de comerciante... Hasta aquí explotó el talento de su mujer... que es quien le escribe sus libros. Ahora va explotar la voz de oro de la Bárcena".

Escribía María en silencio para Gregorio y lo compartía en silencio con Catalina. Esta situación imposible se prolongó durante años, hasta que en 1922 Catalina tuvo una hija con Gregorio.

Entonces María se separó por fin y se fue a vivir a Francia pero siguió escribiendo para su marido. Con la aparición de la revista Helios, en 1904, se intensifica la amistad de María con Juan Ramón Jiménez. La confraternidad fue una de las cosas hermosas en la vida de María y el poeta, según se deduce de su epistolario. Manuel de Falla fue otro de los grandes corresponsales de María Lejárraga. Su amistad fue tan leal y profunda como para convertirse en su confidente.

La obra literaria de María de la O Lejárraga, bajo el nombre de Gregorio Martínez Sierra, es copiosa. Su novela Tú eres la paz, publicada en 1909, constituyó un best-seller. El 21 de febrero de 1911 se estrenó en el teatro Lara Canción de cuna. A partir de este éxito, la carrera teatral de la firma Martínez Sierra fue una de las más triunfales. Hay que destacar también numerosos libretos que, en colaboración con los principales músicos y con los escenógrafos más audaces, dieron lugar a piezas escénicas tan memorables como El amor brujo y El corregidor y la molinera, de Falla; Las golondrinas, de Usandizaga o Navidad, de Turina.

Poco antes de la República, María empezó a dar charlas feministas. Era la Presidenta de la Asociación de Educación Cívica, cuyo objetivo principal fue despertar a las mujeres de la clase media. A estas mujeres de la clase media iba dirigido principalmente su libro La mujer española ante la República, escrito en 1930. El libro lo inició con la siguiente cita: "La Patria, que para los hombres es La Madre, para las mujeres es El Hijo".

Fue elegida diputada en noviembre de 1933 por Granada. El hemiciclo de las Cortes Republicanas tuvo la oportunidad de oír la voz inteligente y sensible de María; la voz de una vocación incansable en contra de la injusticia y en favor de la igualdad. "Es preciso -decía María Lejárraga en la Cámara-, si se quiere libertar al pueblo, librarle de la esclavitud del hambre y de la esclavitud del terror". La noche del 17 de julio de 1936, al salir María del Ateneo, le informan que, en Marruecos, se ha sublevado el general Franco. "... Nuestra bien nacida República. Nació en paz, y murió a mano armada", escribiría más tarde María Lejárraga. En el mes de noviembre de 1936 era designada a la Delegación de Berna, como agregada comercial para Suiza e Italia.

En otoño de 1937, María se hace cargo de una colonia de niños evacuados de España. Al finalizar la guerra comienza un largo exilio con la huida a Francia, donde durante la ocupación nazi sufrió la clandestinidad, pasó hambre, y tras la liberación de París, vivió ciega, pobre y aislada del mundo.

En septiembre de 1950, María de la O Lejárraga se embarca rumbo a Nueva York, vivirá en México y se trasladará definitivamente a Buenos Aires, donde realiza nuevos proyectos literarios y periodísticos. 

Cuando a los 78 años publica en el exilio su autobiografía Gregorio y yo, ya ha pasado para ella mucho dolor y mucha vida. Dos años más tarde publica Una mujer por caminos de España, que es también un libro biográfico en el que cuenta la campaña electoral: emocionante, en una España hambrienta y desgarrada. María de la O Lejárraga murió en Buenos Aires, el 28 de junio de 1974, pocos meses antes de cumplir los cien años. En una de sus últimas cartas, María decía:
"Las mujeres socialistas debemos enseñar, enseñar sobre todo una asignatura única: La solidaridad humana".
Para finalizar, os dejamos un vídeo sobre María de la O Lejárraga, en el que se hace un recorrido por la vida y obra de esta espléndida mujer. Es un reconocimiento tardío, pero necesario. Estamos en deuda con ella.


VÍDEO


FUENTES: Lyceum Club Femenino, La Marcha Obrera, RTVE 

domingo, 14 de diciembre de 2014

Mujeres Ganadoras del Premio Príncipe de Asturias (III). María Zambrano


María Zambrano, o "Cómo descifrar el sentimiento".

"La melancolía es una manera, por tanto, de tener; es la manera de tener no teniendo, de poseer las cosas por el palpitar del tiempo, por su envoltura temporal. Algo así como una posesión de su esencia, puesto que tenemos de ellas lo que nos falta, o sea lo que ellas son estrictamente".
María Zambrano es la más original y destacada entre los filósofos y filósofas de los últimos tiempos en España. Pertenece a una generación de mujeres geniales que vinieron a trastocar el transcurrir de la historia de la Filosofía occidental, obra tradicionalmente de varones. Desde Hannah Arendt, Simone Weil, Rosa Luxemburgo, Edith Stein, Simone de Beauvoir, hasta María Zambrano es una sinfonía de pensadoras de diferentes tendencias, pero todas movidas por ese deseo de renovación de la Filosofía occidental y preocupadas en reflexionar sobre la paz, hasta el punto de que tres de ellas -Simone Weil, Edith Stein y Rosa Luxemburgo- murieron en esta reflexión o a causa de ella. Y también algo más hondo une a estas tres filósofas con María Zambrano y es la coherencia de sus vidas: verdaderos testimonios de autenticidad y entrega a sus ideales y a su vocación. 

María nace en la casa familiar de Vélez-Málaga el 22 de abril de 1904. Hija de dos maestros de la escuela secundaria de dicha localidad malagueña, además de convencidos socialistas, ideología de la que eran entusiastas apologetas. Araceli Alarcón, su madre, gana una plaza de maestra en Madrid y la deja al cuidado de sus abuelos maternos, también maestros. En 1907 se trasladan a Madrid. La madre la lleva al cole "dándome calor con su mano, la recuerdo joven, con un ramo de violetas en el manguito y con el velillo moteado en el sombrero".

En 1910 la familia consigue juntarse en Segovia al obtener su padre, Blas Zambrano, la cátedra de Gramática en la Escuela Normal y la madre, plaza como maestra de colegio. En dicha localidad, su padre fue también presidente de la Agrupación Socialista Obrera y conoció y trató de forma asidua al insigne poeta Antonio Machado con el que mantuvo una estrecha amistad, colaborando con éste en la fundación de la Universidad Popular. Allí nace su hermana Araceli y es donde, a los catorce años, comienza sus estudios de Filosofía y se enamora por primera vez.

En efecto, en la época de sus estudios de bachillerato, cosa inusual en aquellos años en las mujeres, vivió un doloroso romance, que su padre prohibió por incestuoso, con su primo, Miguel Pizarro, junto al que va conociendo la literatura, especialmente de la generación del 98, a través de intensas y apasionadas lecturas. Este amor fallido, al que ella misma califica como el más grande de su vida, le dejó una profunda y dolorosa huella que la acompañó a lo largo de su existencia...

María Zambrano se traslada a Madrid, en 1921, para estudiar filosofía, por libre, en la Universidad Central. Esta época le marca profundamente en su trayectoria intelectual porque, además de ser discípula de Ortega y Gasset, empieza a tratar a personalidades de la talla de León Felipe, a quien conoce en Segovia, a García Lorca, Rosa Chacel y un largo etcétera de intelectuales de la época, ya que empezó a formar parte de la tertulia de la Revista de Occidente. Zubiri, Ortega y Gasset, García Morente que son sus maestros, van formando su vocación y también las largas tertulias con su padre Don Blas y sus amigos, Antonio Machado y Miguel de Unamuno. "Fui", nos dice María, "lo que nunca pude dejar de ser".


jueves, 11 de diciembre de 2014

Dolores Ibárruri: Vivir de pie

Hoy volvemos a repasar la vida de La Pasionaria, dentro de su contexto histórico, como nos la descubre el historiador José Gabriel Zurbano.



En este texto, José Gabriel Zurbano realiza un interesante resumen sobre la intensa y dilatada vida de la dirigente comunista internacional Dolores Ibárruri en su contexto histórico; desde sus inicios en su amada Euskadi natal, cuna de Dolores y de las primeras organizaciones obreras en España; hasta los últimos años de su larga vida, ya de vuelta a su patria en los primeros años de la Transición tras un largo exilio en Moscú. Todo ello sin olvidar el eminente papel que Pasionaria y su partido representaron durante la Guerra de España (1936-1939) frente a la sublevación fascista contra la legalidad democrática republicana de una parte del generalato con el apoyo imprescindible de la jerarquía y la mayor parte del clero de la Iglesia Católica, los terratenientes, el poder financiero y las potencias nazi-fascistas europeas de la época. De la misma manera que el PCE fue la columna vertebral del ejército popular de la República española durante la guerra, tras la derrota republicana Dolores Ibárruri fue la cabeza visible -primero como secretaria general y luego como presidenta- del partido que encarnó la única fuerza política relevante de oposición a la dictadura franquista durante casi cuatro décadas. Por todo ello, Pasionaria se convirtió, ya desde finales de los años 30, en la figura femenina internacional más destacada -como símbolo internacional que traspasó océanos y continentes- de las dos grandes pasiones que protagonizaron la vida de Dolores Ibárruri: el comunismo y la pionera lucha de los pueblos de España frente al fascismo, primero en los campos de batalla y después en la soledad de las trincheras de una ejemplar e inquebrantable lucha clandestina del PCE frente a la dictadura... Vivir de pie: todo un ejemplo para nuestras generaciones.

DOLORES IBÁRRURI, MADRE CORAJE, PALABRA, VOZ, FIGURA Y OBRA DEL ANTIFASCISMO ESPAÑOL.

La forja de un carácter (1895-1917).

Dolores Ibárruri Gómez (La Pasionaria, Gallarta, Vizcaya, 9 de diciembre de 1895 - Madrid, 12 de noviembre de 1989) nació en la zona minera de Vizcaya, la provincia más industrializada y populosa del País Vasco. Su padre, Antonio Ibárruri, era minero y carlista. Su madre, Dolores Gómez, castellana católica y devota también trabajó en la mina antes de casarse. "Soy pues, de pura cepa minera. Nieta, hija, mujer y hermana de mineros... yo no he olvidado nada" [1] De niña tuvo su rebeldía. Asistió a la escuela hasta los 15 años, albergando el deseo de ingresar en la Escuela Normal de Maestras, pero sus esperanzas quedaron frustradas por las necesidades económicas de su familia. Al finalizar sus estudios tuvo que ingresar en una academia de corte y confección que le permitió hallar empleo como sirvienta en la casa de una familia acomodada... el trabajo era agotador, se levantaba a las seis de la mañana y no se acostaba hasta las dos de la madrugada. El 15 de febrero de 1916, se casó en la iglesia de San Antonio de Padua de Gallarta con un minero socialista, Julián Ruiz: pero, como ella misma relata en su autobiografía hasta la guerra civil El único camino, no fue feliz en esta relación dadas las duras condiciones de la vida de las familias mineras y el machismo de su marido. Julián fue detenido tras la Huelga General revolucionaria en la España de 1917 y Dolores se encontró sola con la pequeña Esther, nacida el 29 de noviembre de 1916. La noticia de la Revolución socialista de Octubre de 1917 en Rusia representó para ella un potente rayo de esperanza. 

El primer artículo que publicó en el periódico obrero El Minero Vizcaíno fue escrito en la Semana Santa de 1918. Usó el seudónimo de Pasionaria para firmarlo. Vivió con emoción la revolución de los espartaquistas alemanes de Rosa Luxemburgo en enero de 1919 y cuando en 1921 se produjo la escisión en el PSOE que condujo a la fundación del Partido Comunista de España, Dolores Ibárruri estuvo entre los militantes socialistas vascos fundadores del nuevo partido comunista, siendo elegida rápidamente miembro del Comité Provincial de Vizcaya. En esa época siguieron deteniendo a su marido Julián con cada huelga... Cuando salía de prisión, Dolores solía quedar embarazada; su segundo hijo y único varón, Rubén, nació el 9 de enero de 1920, el mismo año en el que moriría la primogénita Esther. En julio de 1923 tuvo trillizas: Amaya, Amagoya y Azucena. El parto fue difícil y asistido por sus vecinas. Amagoya murió unos días más tarde y Azucena sobrevivió sólo dos años... Eva nació en 1928 y vivió apenas dos meses. La imposibilidad de pagar cuidados médicos y alimentar adecuadamente a sus hijos contribuyó a la muerte prematura de cuatro de los seis que tuvo. A pesar de ello trabajó muy duramente para su familia: plantaba hortalizas y hacía costura para el sastre del pueblo con el fin de incrementar los magros ingresos que provenían del salario de su marido.


Izquierda: Dolores y su hijo, Rubén Ruiz Ibárruri, posan felices en un parque de Moscú ya iniciada la Segunda Guerra Mundial. Rubén murió combatiendo en Stalingrado el 14 de septiembre de 1942, siendo miembro del 62º Cuerpo del Ejército Rojo, durante una encarnizada batalla con los nazis en los alrededores de la Estación Central de la ciudad del Volga. Militante comunista como su madre, Rubén Ruiz recibió a título póstumo la más alta condecoración de la URSS, la de Héroe de la Unión Soviética. Derecha: Dolores saluda al lado de su hija Amaya a la llegada de ambas al aeropuerto de Madrid el 13 de mayo de 1977 en un vuelo de Aeroflot procedente de Moscú. Esta histórica imagen, primera página de todos los diarios de la época, simbolizó la nueva etapa política que se iniciaba en España y el final de 38 largos años de exilio para Pasionaria.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Mujeres Ganadoras del Premio Príncipe de Asturias (II): Caddy Adzuba

Caddy Adzuba, "una voz contra el silencio"



Esta periodista congoleña y militante pro-derechos humanos denuncia, desde hace años, la violación utilizada como arma de guerra en la República Democrática del Congo. Tuve la suerte -la gran suerte- de conocerla en persona -hacía tiempo que iba siguiendo su trayectoria- durante una Conferencia que impartió en mi ciudad, Valencia, sobre "La Violencia Sexual en la R.D. del Congo y el Periodismo como Arma". Los datos sobre la barbarie del conflicto que se está desarrollando en la R.D. del Congo desde hace ya 18 años, inertes en un papel, ya son demoledores, tremendos, pero ocultan las historias de vida de miles, de muchos miles de mujeres que han sufrido, sufren y -si se sigue mirando para otro lado- sufrirán los peores ultrajes. A estas historias les puso su voz Caddy Adzuba; en dos horas hizo encogerse hasta al más insensible corazón: los datos, las cifras inertes, empezaron a cobrar vida clamando justicia, rompiendo el silencio en el que, intencionadamente, se encuentra envuelto este conflicto. 
"(...) Es más que violencia sexual, porque el objetivo de estos actos de violencia es exterminar a una parte de la comunidad. Si pensamos en la definición jurídica de genocidio, se refiere al acto planificado y organizado de acabar con una comunidad o una población completa. Aunque no se sabe con certeza el número de mujeres que ha sufrido estos abusos, podemos decir que hay una planificación porque las cifras son absolutamente desorbitantes. La cuestión no es que sean violadas, sino que después de que esto ocurre quedan destruidas, se convierten en población inútil que no puede volver a su ocupación previa. Muchísimas de ellas han muerto a consecuencia de la violencia sexual. Entonces, ¿por qué no podemos hablar de genocidio contra las mujeres? A mí me parece que encaja con la definición de derecho internacional sobre genocidio. A nosotros nos gustaría que se hablara de feminicidio" (Caddy Adzuba).

"Una personalidad que simboliza la lucha pacífica contra la violencia a las mujeres, a los pobres y contra la discriminación". Así presentó el jurado del Premio Príncipe de Asturias a Caddy Adzuba, al entregarle el Premio de la Concordia.